La posibilidad de una isla, 09'
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Este proyecto se realiza dentro del marco de Periferies 09' Valencia, planteado como un encuentro para la acción y reflexión entorno al concepto de "realidad" desde la voz de un nosotros, y al mismo tiempo para compartir ideas y experiencias nacidas de las necesidades creativas, culturales y políticas de nuestra realidad cercana.

En este encuentro participaron pensadores, agentes locales, galerías, asociaciones, colectivos artísticos... que a través de la intervención, la acción y la generación de redes trataron de provocar la activación e implicación de la gente en su ambito cotidiano. Por este motivo, se propuso un recorrido a través de lugares donde el arte no parece estar presente. Antiguos comercios de la ciudad de Valencia que permanecen en la frágil línea de la vida y que resisten desde el olvido.

La propuesta de intervención La posibilidad de una isla realizada en el antiguo comercio Mari Capella Brodats en la Plaza Redonda del barrio del Carmen; especializado en complementos, ornamentación femenina e indumentaria valenciana. Este proyecto plantea una reflexión y cuestionamiento entorno a la memoria y tradición, tomando como referente las características dadas del lugar en el que se desarrolla.

Desde la idea aporía estética, se propone una intervención como juego de referencias y símbolos. Sin poder olvidar el lugar a intervenir, la apertura narrativa pretende dar espacio a la mirada de los diferentes públicos con los que interactua esta obra. La toma de conciencia de la actividad y el público operante entorno a este espacio, generan multiples cuestiones sociológicas como políticas. Por lo tanto, el objetivo primero de la propuesta es un transitar por el tiempo y una intención de deconstrucción relativa de las referencias más inmediatas que se generan entorno a este contexto.

El título de este proyecto se ha tomado prestado de la novela de Michel Houellebecq, La posibilidad de una isla, en la que se plantea la isla como metáfora de una alternativa del sistema actual, con un carácter ciertamente "ideal", esperanzador; una isla, como metáfora creada en el imaginario colectivo, que en cada individuo se dibuja de una u otra manera.

Así mismo, entendemos el comercio elegido como parte de esta metáfora, en primer lugar, porque creemos que existe la necesidad de constatar y mantener los pequeños reductos existentes en los que aún se conserva el trabajo manual y tradicional ante el trabajo mecanizado y la organización socio-económica de las ciudades occidentales contemporáneas; por otra parte, la similitud formal existente que se crea entre el espacio en el que se encuentra dicho comercio (una plaza circular en la que los comercios están dispuestos de la misma forma.

Lo que partía siendo un intento sobre la memoria y tradición nos lleva a plantearnos cuestiones sociales y políticas. Como ya hemos dicho este negocio está especializado en complementos, ornamentación, bordados... y que en su mayoría se mantiene gracias a la indumentaria valenciana.

Desde una perspectiva exterior, percibimos que el entorno de la figura de la Fallera Mayor tiene un carácter elitista, ya que en cierto sentido el uso de una tradición se ha convertido en una lucha de poder político, económico y social.

Anteriormente, la elección de la Fallera Mayor la realizaba el alcalde entre las familias más representativas de la ciudad. En cambio en la actualidad, se realiza siguiendo un sistema democrático, el cual supuestamente queda abierto a todo tipo de mujeres, sin importar el lugar que ocupan en la sociedad. A pesar de ello, todas las que optan a dicha elección - sean de familias pudientes o no- se ven obligadas a afrontar el elevado gasto que supone.
El hecho de que la tradición implique tener que llevar un vestido para cada ocasión, nos hace presuponer que las familias pudientes son las que se pueden permitir participar, sin embargo, las no pudientes asumen ese gasto en un intento de alcanzar ese estatus social deseado.

Al mismo tiempo, si analizamos el papel de la Fallera Mayor -como figura representativa de la ciudad- observamos que su presencia en todos los actos a los que acude es la de mujer que acompaña al hombre, una mujer-objeto que no desempeña ningún papel más que el de figurar como un maniquí sin voz, cuya única función es la de ser observada.

La propuesta se materializa mediante un video y unas postales, ambos situados en el mostrador del comercio. El video es un fragmento de un archivo ya existente, en el que se muestra una acción repetida en bucle, falleras desfilando en uno de los actos que se realizan durante la fiesta. El tratamiento del video busca remitir a la tradición, así como a la idea de cuerpos femeninos despersonalizados cubiertos bajo formas y preceptos arraigados a una cultura católica y por lo tanto patriarcal.

Acompañando al video, unas postales. La cara destinada a escribir mantiene una estética que nos remite al pasado, con el título de la propuesta impreso en el encabezado; "la posibilidad de una isla", donde lo sugerente de la frase entra en diálogo con la imagen que aparece en el reverso. Esta imagen confusa parece estar velada, dificulta su reconocimiento y permite así abrirse a diversas lecturas; sin el color y el brillo que desprende el video, esta imagen pretende constituirse en oposición a lo que se visualiza en él; una fotografía tomada en contrapicado que deja ver el interior de una falda de fallera, donde se insinúa - o al menos como punto de partida- un cuerpo desnudo masculino vistiendo un cancán, remitiéndonos una vez más a esa posibilidad de isla.